La ganadería industrial, las denominadas “macrogranjas”, se ha convertido en un caso claro de extractivismo global. A día de hoy, las macrogranjas son un método de explotación ganadera que agrupa la producción, limitando los empleos, fomentando en la mayor parte de los casos el maltrato animal y concentrando los residuos en puntos muy concretos. El modelo es capaz de generar grandes beneficios a partir de aplicar una lógica industrial a la producción de alimentos de escasa calidad y reducido valor de mercado.Se trata de un método de producción ganadera insostenible para el planeta, que requiere de grandes cantidades de agua y de pienso, para la mayor parte de la población y en especial para lugares de escasa densidad de población como nuestros pueblos, ya que los excrementos contaminan suelos y acuíferos y hacen el aire irrespirable. En este punto Castilla y León se lleva el bronce en el ránking de macrogranjas detrás de Aragón y Catalunya; con una tendencia al alza. De hecho, la producción de carne de cerdo en 2024 superó los 6,4 millones de cerdos en Castilla y León, 3 millones más que hace una década. La producción se ha doblado y, evidentemente, la gran masa de lo producido es para exportación, siendo España el mayor exportador de carne de la UE. Si contrastamos estos datos con el vaciamiento poblacional que se da en Castilla y en León podemos afirmar que las macrogranjas devastan nuestros pueblos.
Vinculado al problema de las macrogranjas, se encuentra la salud de nuestras aguas. Se estima que en Castilla y León el 17,65% de las aguas de consumo, el 65,26% de las aguas superficiales y el 68,09% de las aguas subterráneas se encuentran contaminadas por nitratos. Precisamente la fuente principal de estos nitratos, son las macrogranjas y el uso intensivo en la agricultura abusando de fertilizantes. Agua que deja de estar disponible en muchos casos dando lugar a sequías (debido a un proceso que se conoce técnicamente como eutrofización).
Y ahora, el capitalismo verde pone encima de la mesa ‘’la solución a estos problemas’’ revalorizando los residuos en forma de energía a través de las plantas de biogás y biometano. Si bien se trata de una solución técnica al problema no se pueden obviar que los intereses que están detrás no son los de la salvación del planeta ni de las mejoras en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Por otro lado, no escapa de la lógica de la concentración e incremento de la producción por lo que tampoco es una salida a la encrucijada de la crisis de residuos en la que vivimos.
Así pues, la ingente cantidad de proyectos que se están presentando obedece a la suma de dos intereses económicos principales. Por un lado, el de las multinacionales energéticas y grandes capitales especulativos que están sustituyendo sus inversiones en la energía procedente del carbón y del gas natural, debido al Pacto Verde Europeo y a la guerra de Ucrania, por la inversión en energías “más verdes” o limpias.
Por otro lado, están los intereses de las grandes empresas agroganaderas fundamentalmente del porcino, que ven una oportunidad para justificar el incremento en su producción y el lavado de cara de su actividad y enorme cantidad de residuos que generan.
Por lo tanto, aunque pequeñas plantas de biogás para determinadas infraestructuras pueden suponer una solución para gestionar los residuos orgánicos. Actualmente lo que está ocurriendo es un boom especulativo promovido por grandes intereses capitalistas que tendrá consecuencias desastrosas para el medioambiente, para la sociedad del medio rural y para el conjunto del país.
En definitiva, búsqueda de nuevos nichos de mercado publicitados como falsas soluciones técnicas “sostenibles” a un problema que realmente es político y de primer orden. El capitalismo arrasa el medio rural, extrayendo recursos y generando desechos para mantener la acumulación y concentración del capital en la ciudad..
No queremos ser la cuadra ni el vertedero de España y de la UE. Queremos un trabajo sostenible con nuestro medio ambiente, que fije población y que permita una vida digna para la clase trabajadora.
Por eso desde el PCE-CyL llamamos a la organización vecinal que ponga en jaque los intereses de los grandes fondos de inversión que hacen millones con el estiércol.
¡El 31 de mayo nos movilizamos contra las macroplantas de biogás!